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Sobre el tejido que cruje

andrea moreira

2023-01-09
Andrea Moreira, Sobre el tejido que cruje, 2022. Cortesía: : © la artista, Guayaquil.

La exhibición “Sobre el tejido que cruje” reunió la obra de la artista Andrea Moreira y fue curada por Jorge Aycart. La muestra tuvo lugar en Casa del Barrio del 8 de diciembre al 22 de diciembre del 2022 y ofreció al público una oportunidad única de acercarse a la práctica artística de Andrea. La exposición mostró una selección de las obras más recientes de la artista, ofreciendo una visión de sus marcos conceptuales y enfoques estéticos. En conjunto, la muestra fue una presentación de arte contemporáneo exitosa y que invitó a la reflexión.

Andrea Moreira, Sobre el tejido que cruje, 2022. Cortesía: : © la artista, Guayaquil.

Sobre el tejido que cruje

“El tubo zumbaba de una forma que K. nunca había escuchado antes en el teléfono. Era como el tarareo de incontables voces de niños -no exactamente un zumbido, sino más bien el eco de voces cantando a una distancia infinita.” El castillo, Franz Kafka.

“Una casa antigua, para aquellos que saben escuchar, es una suerte de geometría de ecos… donde es posible recuperar no solamente el timbre de las voces, ‘las inflexiones de voces amadas ahora en el silencio’, sino también la resonancia de cada habitación dentro del sonido de la casa.” La poética del espacio, Gaston Bachelard

La experiencia visual, en el terreno de lo cotidiano, suele definirse a partir de lo reconocible y medible, su campo puede fácilmente ser delimitado; un marco aspira a conquistar y someter cualquier tipo de dispersión que torne inquietante la percepción familiar basada en evidencias tangibles y de inmediata categorización. Lo sonoro, en cambio, lucha, incluso en ejemplificaciones menores e insignificantes, contra cualquier tipo de demarcación concreta, su naturaleza espectral fluye en lo temporal para transformar lo espacial en una esfera siempre sospechosa y nunca cerrada. Sin embargo, lo visual, a través de la oralidad explicativa y las relaciones de causa y efecto, lo han reducido a pasiva superficie en donde la atmósfera imaginativa y enrarecida termina por ser sustituida por el imperio de la fuente accesible de la que emana el sonido para perder todas sus virtudes invisibles.

Virtud mayor de lo sonoro: la acusmática, es decir, sonidos no esclavizados a fuentes señaladas con precisión. Escucho furtivamente, ampliando poéticamente los límites de un mundo nombrado, rechazando sus rasgos miméticos y centrando la atención en lo que se dispersa.

Andrea Moreira, Sobre el tejido que cruje, 2022. Cortesía: : © la artista, Guayaquil.

Andrea Moreira quiere reconocer la dignidad experimental de lo sonoro para traer sus tesoros al terreno pictórico de lo obvio. Elige un lugar: la escuela. Elige unos cuerpos: los niños. Elige una acción: los recorridos. Estos componentes elaboran una ecuación que no descansa en la exaltación común y nostálgica por el mundo de la niñez, sino que, en su lugar, quiere adentrarse en los secretos que habitan en los agujeros sonoros que ayudan a trascender el evento estático, empujándolo a la acción de la convivencia entre el presente (el espacio de exposición) y el no-lugar (habitado por la etérea relación entre el pasado, el futuro y lo indefinido) que el sonido entrega, definiéndose desde aquí como abismal, microscópico, flotante, borroso. Motivada la artista en su elección, quizá, por el diseño interno de aquel órgano que permite descubrir las texturas profundas de estas resonancias: el oído como laberinto (su interior en espiral), como medio por el cual el mundo se abre en su deforme amplitud.

La pintura quiere exponer su retorno luego del revelador intercambio con lo sonoro, pero para que la mutación sea coherente y pertinente debe de permitirse estructurar su propuesta desde una facultad de lo abstracto más allá de su condición académica e institucional, logrando de este modo que lo figurativo (aquella fuente en la que se detecta el origen de la situación) sea habitado por capas que se suman en un conflictivo diálogo caracterizado por la acumulación, la confusión y la ampliación. No hay jerarquía entre la representación inmediata y la huella formal del color traduciendo el devenir de los flujos sonoros; este tipo de abstracción cuestiona la composición dialéctica absoluta y más bien prefiere centrarse en los vaivenes constantes entre lo que se escucha y lo que se alucina. Conexión entre un abajo concreto y un arriba de silencios que vibran como extensiones de cuerpos ausentes.  La vitalidad de la abstracción.

“Y, más que basarse en el rechazo y la negación, promueve el “y” de la acumulación. Antes que el trabajo regulativo de la linealidad, esta abstracción pone en suspenso dicho orden y permanece en el caos; el caos de la complejidad y la catástrofe, no como incidente trágico sino como potencial infinito de incalculables probabilidades (…) Rajchman comenta el tartamudeo “y… y… y…” de Deleuze como puerta de entrada a una nueva concepción y práctica de la abstracción contemporánea, “más ligera”, menos prohibitiva.” Tiempos trastornados, Mieke Bal.

Accidentes: lo corporal generando choques para alimentar la enredada unión de lo ya sucedido; lo pictórico como superposición, es decir, como acción que materializa sus bordes a partir del límite de una forma que se mueve en la tensión paralizada de lo que está por perderse pero que se cristaliza en el proceso. Andrea, formando parte de una tradición fundada por el “Ulises” de James Joyce, hace que lo sonoro, en su cualidad espectral, potencie las transformaciones que lo pictórico logra producir en el terreno de la memoria y del aquí.

“El eco llama a lo lejos, llama, llama. El señor Dedalus saca la pipa de su bolsillo y cuando se dispone a fumar “sopla por el cañón dos ásperas notas de pífano”. Más tarde, cuando se sienta al piano, esta “pipa del acorde perdido”, como pasa a llamarse, yace junto al diapasón sobre las llaves obedientes. Pat, el mozo un poco sordo, deja la puerta del bar abierta de par en par para que el sonido vaya con mayor facilidad al encuentro de los oídos y los corazones de aquellos cuyas mejillas son acariciadas con amor mientras la música se derrama a través de sus “piel miembros humano corazón alma columna”. La arquitectura del cuerpo también está cartografiada, sus válvulas de ingreso y salida, las consideraciones de Joyce sobre los órganos que emiten y reciben el sonido, que entran en relación con su aspecto físico, y su movimiento a través del espacio, el almibarado licor para los labios vertido por las sirenas que endulzan con su voz.” Resonancia siniestra, David Toop.

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